La Fiscalía presentó a Genaro García Luna como un criminal, un hombre que escaló hasta las más altas esferas del Gobierno mexicano y se benefició durante años de sobornos millonarios del Cartel de Sinaloa.
Por otro lado, a los ojos de la defensa, su cliente era un funcionario ejemplar, que sacrificó todo por su país como el rostro de la guerra contra las drogas. Estos son los dos extremos que se presentaron este miércoles en la recta final del juicio por narcotráfico que enfrenta el exsecretario de Seguridad Pública en Estados Unidos.

La fiscal adjunta, Saritha Komatireddy expresó “Damas y caballeros, lo tienen que creer, la corrupción llegó hasta los niveles más altos”
En respuesta a la expresión de Komatireddy, el abogado del acusado César Castro expresó “solo existe una posibilidad: Genaro García Luna tomó los sobornos”“¿Dónde están las evidencias?”.
En próximos días 12 ciudadanos de Nueva York decidirán si lo declararán culpable o inocente.
Los abogados de ambas partes presentaron sus mejores argumentos para convencer al jurado: mirar con sarcasmo cuando los rivales hacen sus argumentos más importantes, bostezar cuando hablan demasiado tiempo, negar con la cabeza a sus espaldas. De eso se tratan los argumentos de cierre.
El único objetivo de la Fiscalía es probar su caso y eliminar cualquier rastro de duda en los jurados que el acusado es culpable. Los abogados de García Luna tienen que hacerles creer lo contrario.
En el juego de estrategias, la batalla más urgente para la Fiscalía era desbaratar el argumento de la defensa de que no existen pruebas físicas contra su cliente. “No hay videos, no hay fotografías, no hay grabaciones, no hay correos”, insistió De Castro.
La abogada explicó con paciencia cómo se unían todos los puntos y por qué las autoridades llamaron a declarar a hombres como Sergio Villarreal El Grande, Oscar Nava Valencia El Lobo o Jesús El Rey Zambada.

La fiscal optó por ser didáctica: puso un tablero titulado Estados Unidos contra García Luna, colocó las fotos de los narcos implicados, proyectó una presentación de Power Point y pasó una por una las diapositivas. “Tuvimos aquí también a Édgar Veytia y Héctor Villarreal”, dijo sobre los testimonios del exfiscal de Nayarit y el extesorero de Coahuila, que se declararon culpables en Estados Unidos.
La fiscal desglosó todo otra vez: por qué le decían Metralleta o Tartamudo al acusado aludiendo sus problemas del habla; cómo los capos declararon que tenían uniformes, patrullas y credenciales de las corporaciones dirigidas por el exfuncionario; dónde eran las reuniones secretas que denunciaron los cooperantes, y cómo hombres que no se conocían o no se habían visto ni hablado en años, dieron testimonios que apuntaban en la misma dirección: que García Luna lo hizo.
En el camino, la fiscal hizo varias afirmaciones lejos del lenguaje diplomático que pesa en las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos. “Cuando uno habla de México hay que decir que es fácil lavar dinero”, comentó.
“El gran problema que tiene la Fiscalía es que no puede demostrar estas acusaciones. Ellos tienen que probarlas, nosotros no”, respondió De Castro.

El abogado de García Luna no se apoyó tanto en lo que proyectaba en la pantalla, apostó más por las preguntas retóricas y los paseos frente al jurado para no perder su atención.
El abogado defensor disparó las preguntas una tras otra. “¿Encontraron las evidencias? No, es la historia de este caso”, cuestionó De Castro. “Este hombre era famoso no solo por su posición, fue el rostro de la guerra contra el narcotráfico”, elogió a su cliente.
El litigante también cargó con la credibilidad de los testigos, como lo hizo en los contrainterrogatorios. “¿Confiarían en la palabra de estos asesinos, secuestradores y delincuentes para elegir la escuela de sus hijos?”. De Castro también justificó la decisión de su cliente de no declarar en el juicio.
Komatireddy tuvo momentos de complicidad y obtuvo sonrisas de varios miembros del jurado. De Castro, también. Varios integrantes asintieron mientras resumía sus conclusiones.
Al final de los argumentos de cierre de la defensa, la Fiscalía hizo válido el derecho de responder. Fueron ellos quienes tuvieron la última palabra.
Erin Reid, la fiscal adjunta más experimentada, refutó una vez más el cuestionamiento de basar el caso en las declaraciones de testigos. “Seamos muy claros, nos encantaría llamar a declarar en este juicio a maestros de escuela”, dijo la abogada antes de hacer una pausa, “pero los maestros de escuela no encabezan organizaciones criminales”.
Reid también cuestionó que se presentara al acusado como “el hombre más desafortunado del mundo”, “el enemigo número uno de los carteles” y que todo es producto de una “revancha” de los criminales.
“Todas estas detenciones fueron en Estados Unidos o posibles por información que proporcionó Estados Unidos”, aseguró Reid sobre los arrestos de los cooperantes del juicio. Sobre la declaración de Cristina Pereyra, esposa del exsecretario, como única testigo de la defensa, dijo que fue “una clase magistral” de cómo los políticos esconden su patrimonio.
Está previsto que el jurado reciba este jueves las instrucciones del juez de cómo tienen que llenar la hoja de veredictos. Los integrantes tienen que llegar a una decisión unánime para declarar culpable o no de cada uno de los cinco delitos que se imputan al exsecretario: tres por tráfico de cocaína, uno por delincuencia organizada y otro por falsedad de declaraciones.

También deben decidir sobre una moción de la defensa que pide que se retire el cargo por delincuencia organizada bajo el argumento de que García Luna dejó de cooperar con el Cartel de Sinaloa cuando dejó el Gobierno en 2012, sin que eso signifique que acepte haber pertenecido al cartel.
Fuente: El País