Cada 12 de junio se conmemora el Día del Doblaje, una fecha que destaca el talento de actores que dan vida a personajes de cine, series y videojuegos. Este año, en un evento organizado por la Universidad Anáhuac Veracruz y Radiomás, profesionales como Mitzi Benet reflexionaron sobre la evolución de su oficio desde una perspectiva tradicional llena de matices emocionales.
Sin embargo, este reconocimiento viene acompañado de un desafío latente: la irrupción de la inteligencia artificial (IA) generativa como posible sustituto de las voces humanas.
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Voces en peligro: ¿clones sin ética?
La preocupación no es abstracta. Datos recientes indican que la IA podría amenazar hasta el 28 % de los ingresos de actores de doblaje y traductores para 2028, según un informe de CISAC.
Herramientas como Deepdub, Respeecher o MurfAI ya permiten replicar voces humanas a bajo costo, impactando directamente a profesionales que han construido su carrera sobre recursos interpretativos que imitan entonación, emoción e improvisación elementos que las máquinas todavía no logran replicar con precisión.
Actores veteranos como Rodolfo Navarro advierten que las voces digitales carecen de espontaneidad y humanidad, por lo que promueven campañas para que la IA no sustituya la actuación por completo.
Asimismo, colectivos como la Organización de Voces Unidas demandan regulaciones que garanticen derechos conexos y protección sobre el uso de la voz, evitando que las plataformas entrenen IA sin consentimiento o pago.
Haciendo frente: unión y regulación
La respuesta de la industria se articula en dos frentes: contractual y legislativo. Estudios como Grande Studios han empezado a incluir cláusulas que limitan el uso de voz para entrenar IA, buscando proteger la autoría de sus intérpretes.
Al mismo tiempo, sindicatos como ANDA y federaciones internacionales impulsan normas similares a las aplicadas en España (IA PASAVE) y la cinematografía estadounidense (SAG‑AFTRA), para que las voces estén protegidas por ley.
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