Era septiembre de 1988, en ese entonces iba a una primaria de nueva creación en Cancún Quintana Roo, eran las 10 de la mañana del día 13 de septiembre y empezó a llover para no detenerse, nos retiraron temprano, y todos nos fuimos a casa, algunos de los que se fueron ya no los volví a ver. Era el preludio del huracán Gilberto, del cual nos enteramos de su existencia por la tarde de ese mismo 13 de septiembre.
Yo no sabía lo que significaba un huracán, no sabía lo que podía hacer, ni lo que podía destruir, lo único que recuerdo es que esa noche no dormimos, los vientos se dejaron sentir conforme pasaba la noche, era un estruendo que sentías el poder del viento absorbía todo el aire al interior de la casa y de repente de un solo golpe lo volvía a regresar, fueron horas de estar encerrado, de escuchar la estación de radio cubana “radio reloj” que era la única estación de radio que se escuchaba porque la radio del ayuntamiento había dejado de transmitir, era escuchar el atizar de los cables rotos de energía, de oír gritos de auxilio de otras viviendas, de tener miedo, de pasar las horas pidiendo que todo fuera sólo un mal sueño y despertar al día siguiente sin que fuese real lo que estábamos viviendo.
El viento cedió en la mañana. Cancún y los cancunenses nunca fuimos los mismos, la ayuda llego de cualquier parte del mundo, cientos de ciudadanos salieron a las calles a ayudar, recuerdo haber salido a vender los productos a precios casi regalados, porque no había corriente y las cámaras del negocio habían sido dañadas. Nadie se fijó quién, o porqué, simplemente Cancún se unió en la desgracia y salió adelante. Creando una gran experiencia en la prevención y atención de huracanes.
Años después llegaría Wilma, con una nueva generación de cancunense, y el reto fue el doble, esa vez me toco llegar a ayudar y a levantar lo caído, Wilma salía y el presidente Fox entraba en un camión de la marina llamado 6×6 Ural Automotive 4320-31 de fabricación Rusa, que son enormes, y difícilmente pueden quedar atascados, el convoy que dirigía nos quedamos atorados a unos kilómetros de la entrada sur de Cancún y el presidente en ese vehículo paso sin contratiempo.
Recuerdo que llegando el presidente instauro una mesa de atención con los tres órdenes de gobierno y cuando la autoridad municipal acepto que era totalmente rebasada en los saqueos existentes en la ciudad, el presidente determino la toma del control de la seguridad por parte de las fuerzas armadas. El despliegue inmediato de CFE, MARINA, SEDENA, así como un programa para la reactivación económica, así como el blindaje para hacer que los seguros respondieran, etcétera. De nueva cuenta la ayuda llego sin cesar, y sin ataduras de quién la hacía llegar.
Los operativos con huracanes posteriores estaban previstos para el antes, durante y después.
Continuará…