Sheinbaum no irá al funeral del Papa; enviará representante
La presidenta Claudia Sheinbaum decidió no asistir al funeral de Estado del papa Francisco, que se llevará a cabo el sábado en la Basílica de San Pedro, en Roma. La mandataria optó por continuar con su gira habitual por comunidades mexicanas, una decisión que ha generado comentarios por su posible impacto político y diplomático.
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En lugar de ella, la representación del Gobierno de México recaerá en la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez. Aunque su cargo incluye la relación con las iglesias, su figura no cuenta con gran aceptación dentro de la Iglesia católica, y su presencia no tiene el mismo peso que el de una jefa de Estado. La decisión también implica dejar pasar una oportunidad de encuentro informal con líderes como Donald Trump, quien sí ha confirmado su presencia.
Francisco ha sido el papa con el que más coincidencias ideológicas ha tenido el actual gobierno. Fue calificado por la propia Sheinbaum como un “humanista” y defensor de los pobres, una visión alineada con el discurso del régimen del “humanismo mexicano”. Aun así, la presidenta optó por mantenerse alejada del escenario internacional en uno de los momentos más simbólicos para la comunidad católica global.
Funeral con valor político
En el escenario de la Basílica de San Pedro estarán presentes decenas de jefes de Estado y representantes de organismos internacionales. Además del acto religioso, este tipo de eventos suelen dar espacio a breves encuentros bilaterales que podrían haber sido aprovechados para avanzar en temas delicados, como la política arancelaria con Estados Unidos.
Donald Trump estará entre los asistentes, y aunque se ha mostrado cordial en público con Sheinbaum, la situación económica para México no es favorable. El Fondo Monetario Internacional reportó que el país será el único de la región en registrar recesión este año. Esto se produce a pesar de las concesiones que el país ha hecho en distintos temas bajo la presión del expresidente estadounidense.

En ese contexto, una presencia activa de la presidenta en el funeral podría haber sido interpretada como un movimiento de liderazgo regional. Luis Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, ha ganado terreno en ese terreno y ha sido reconocido como una figura de talla global, algo que México también podría aspirar a representar.
Gira en vez de diplomacia
La mandataria decidió continuar con su agenda nacional y visitar distintas comunidades mexicanas. Este tipo de giras, que realiza cada fin de semana, refuerzan su presencia en el país, pero también dan la imagen de aislamiento respecto a los asuntos globales.
México tiene una población mayoritariamente católica: casi ocho de cada diez mexicanos profesan esta religión. Enviar una señal de cercanía a la Iglesia podría haber fortalecido el vínculo con millones de ciudadanos que comparten ese credo. Además, asistir al funeral habría sido un gesto simbólico bien recibido en el ámbito internacional y local.
En el pasado, presidentes mexicanos no solían asistir a este tipo de ceremonias. El caso más conocido fue el de Vicente Fox, quien rompió el protocolo tradicional y acudió acompañado de su esposa Martha Sahagún al funeral de Juan Pablo II. Desde entonces, se ha abierto un precedente que permite estas decisiones personales sin romper el marco institucional.
Mensajes que sí importan
Más allá de la asistencia o no al funeral, la imagen pública de Claudia Sheinbaum ha sido objeto de construcción estratégica desde hace meses. Su equipo más cercano ha promovido una visión idealizada de su liderazgo, incluso al compararla con figuras como Angela Merkel.
La buena relación pública que mantuvo con Donald Trump se ha utilizado como argumento para proyectar una imagen sólida a nivel internacional. Sin embargo, la realidad económica del país no ha acompañado esa narrativa. Las sanciones arancelarias y los malos indicadores de crecimiento afectan más allá del discurso.
El entorno presidencial parece enfocado en fortalecer su imagen a través de una estrategia que excluye elementos que no confirmen su visión. Esto puede llevar a decisiones como la actual: privilegiar lo simbólico a nivel nacional sobre una oportunidad de marcar presencia global en un escenario relevante.
El liderazgo que busca proyectar Sheinbaum necesita basarse en hechos concretos y presencia activa en foros internacionales. Las decisiones estratégicas deben alinearse con la realidad, no solo con lo que se desea proyectar. Las audiencias, tanto dentro como fuera del país, no se guían únicamente por la narrativa oficial, sino por lo que observan y viven.
Claudia Sheinbaum aún tiene margen para ajustar su enfoque y aprovechar las oportunidades políticas que se presenten. Pero eso exige reconocer que la realidad no siempre se adapta a los planes de comunicación, y que hay momentos en los que el símbolo tiene un valor más alto que cualquier gira o discurso.
Fuente: El Financiero
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