Sanborns fue mucho más que una tienda: fue un punto de encuentro, un refugio familiar y una tradición que atravesó generaciones. Fundada en 1903 por los hermanos estadounidenses Walter y Frank Sanborn, esta emblemática empresa transformó la forma de comprar y convivir en México al integrar cafetería, farmacia, librería y tienda departamental en un solo lugar.
Su sede más icónica, la Casa de los Azulejos en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se convirtió en un ícono cultural y arquitectónico. El aroma del café, los vitrales, el menú con enchiladas suizas y las vitrinas llenas de relojes, perfumes y regalos crearon una experiencia que quedó grabada en la memoria colectiva de millones de mexicanos.
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El fin de una era, el inicio de otra
Con el paso del tiempo, el modelo de negocio que hizo famosa a Sanborns comenzó a enfrentar desafíos difíciles de superar. El incremento en los costos operativos, la reducción en la afluencia a tiendas físicas y la transformación en los hábitos de consumo de las nuevas generaciones aceleraron una decisión inevitable.

Grupo Carso, dirigido por Carlos Slim, optó por iniciar un cambio estratégico que marcaría el final progresivo de Sanborns. La marca será reemplazada por DAX, una empresa nacida en Tijuana con un enfoque completamente distinto: tiendas más ágiles, eficientes y orientadas a la rapidez en el servicio. Este cambio refleja una respuesta directa al nuevo panorama comercial, en el que la inmediatez y la practicidad pesan más que la nostalgia.
Lo que deja Sanborns en la memoria mexicana
Aunque los locales comiencen a transformarse y las fachadas cambien de nombre, el recuerdo de Sanborns perdurará. Su historia está ligada a momentos familiares, primeras citas, desayunos de domingo y compras decembrinas.
Más allá de sus productos, fue una experiencia de identidad nacional, un sitio donde el tiempo parecía detenerse entre tazas de chocolate caliente y vitrinas iluminadas. El paso a DAX no borra ese legado, sino que lo transforma en una evolución del comercio. Sanborns se despide como marca, pero su huella seguirá presente en las memorias personales y en la historia del retail mexicano.

Porque aunque los mosaicos azules se apaguen, su luz seguirá brillando en cada rincón donde se recuerde lo que significó entrar a un Sanborns.
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