Hoy recordamos a Helen Keller, la mujer que cambió el silencio por historia
Cada 27 de junio se conmemora el Día Internacional de la Sordoceguera, una fecha proclamada por la ONU en 1989 para visibilizar esta discapacidad diferenciada.
La elección del día responde al nacimiento de Helen Keller, la primera persona sordociega en graduarse de una universidad y autora de obras como La historia de mi vida y El mundo en el que vivo.
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La sordoceguera implica una deficiencia combinada de visión y audición, lo que impide que un sentido compense la pérdida del otro. Por ello, se considera una condición única, con necesidades específicas de apoyo, comunicación y movilidad. Afecta la interacción con el entorno, el acceso a la información y la participación social.
Sordoceguera: tipos y causas
Existen dos formas principales de sordoceguera:
- La congénita puede derivar de infecciones virales durante el embarazo, como la rubéola o la meningitis, o surgir tras el nacimiento por traumatismos.
- La adquirida, más común, suele manifestarse como síndrome de Usher, una combinación de sordera congénita con retinitis pigmentaria que puede llevar a la ceguera total con el paso del tiempo.

Ambas formas presentan desafíos particulares. En el caso de la sordoceguera adquirida, la persona puede haber desarrollado habilidades de comunicación antes de perder la visión, lo que permite estrategias distintas a quienes nacen con la condición.
Comunicación a través del tacto
Las personas sordociegas utilizan el tacto como principal vía de comunicación. Entre los métodos más comunes se encuentran:
- Lengua de señas táctil: la persona coloca sus manos sobre las de quien se comunica para sentir los movimientos.
- Escritura en la palma: se trazan letras o palabras en la mano de la persona sordociega.
- Dispositivos electrónicos: teléfonos o tabletas con funciones accesibles permiten mostrar mensajes en formatos adaptados.
- Sistema Braille: mediante tecnología de asistencia, el texto digital se convierte en caracteres braille.
Además, los guías intérpretes cumplen un papel esencial. No solo facilitan la comunicación, sino que también acompañan en actividades cotidianas, acceso a servicios y participación en la vida pública.

Movilidad e identificación
Un elemento distintivo de las personas sordociegas es el bastón con franjas rojas y blancas. Este instrumento no solo les ayuda a desplazarse, sino que también permite a otras personas reconocer su condición y ofrecer apoyo adecuado.
La movilidad independiente es uno de los mayores retos para esta comunidad. Por ello, se requiere infraestructura accesible, señalización táctil y formación de personal en espacios públicos para garantizar su inclusión.
Visibilizar para incluir
El Día Internacional de la Sordoceguera busca generar conciencia sobre la existencia de esta discapacidad y la urgencia de políticas públicas que respondan a sus necesidades. La falta de reconocimiento oficial en muchos países impide que las personas sordociegas accedan a servicios especializados en salud, educación y empleo.

La ONU ha instado a los gobiernos a considerar la sordoceguera como una discapacidad diferenciada en sus programas y estadísticas. Esta medida permitiría diseñar estrategias más efectivas para su inclusión y garantizar el ejercicio pleno de sus derechos.
El legado de Helen Keller
Helen Keller es un símbolo de superación y lucha por la inclusión. A los 19 meses perdió la vista y el oído, pero con el apoyo de su maestra Anne Sullivan aprendió a comunicarse y desarrolló una carrera como escritora y activista. Representó a la Fundación Americana para los Ciegos y fue reconocida internacionalmente por su labor.
Su historia inspira a miles de personas sordociegas y refuerza la importancia de brindar herramientas adecuadas desde la infancia. La educación inclusiva, el acceso a la tecnología y el acompañamiento profesional son claves para que cada persona pueda desarrollar su potencial.

Un llamado a la acción
La sordoceguera no es una condición invisible. Está presente en todas las regiones del mundo y requiere atención urgente. Conmemorar este día no es solo un acto simbólico, sino una oportunidad para reflexionar sobre las barreras que aún persisten y el compromiso necesario para derribarlas.
La inclusión comienza con el reconocimiento. Y el reconocimiento se construye con información, empatía y voluntad política. Este 27 de junio, el mensaje es claro: todas las personas, sin importar sus capacidades sensoriales, tienen derecho a vivir con dignidad, autonomía y participación plena.
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