Consecuencias del calor extremo en monumentos históricos: daños irreversibles
El turismo internacional está siendo impactado severamente por la ola de calor extremo y las condiciones climáticas extremas del verano 2025, que han provocado cierres temporales de playas, monumentos históricos y áreas naturales en varios de los destinos más visitados del mundo.
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De acuerdo con datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT) y reportes regionales, destinos costeros en Europa, Asia y América Latina han implementado restricciones de acceso por riesgos sanitarios relacionados con temperaturas superiores a los 45 °C, acumulación de sargazo, incendios forestales y contaminación del agua.
En países como Grecia, México, Tailandia y España, las autoridades locales han tenido que modificar servicios turísticos, cancelar recorridos y reforzar operativos médicos, especialmente en zonas arqueológicas y de playa que no cuentan con infraestructura para enfrentar calor extremo.

Cambios de comportamiento turístico
Informes recientes de la European Travel Commission (ETC) señalan que las condiciones meteorológicas están modificando significativamente los flujos turísticos. Aunque Europa mantiene un crecimiento estable del turismo (+3.3 %), se ha detectado una disminución del interés por destinos tradicionalmente cálidos durante los meses de verano.
La tendencia se refuerza con datos de plataformas globales de reservas, que han documentado un aumento sostenido de las búsquedas relacionadas con destinos más fríos, con climas templados o poco saturados.
Paralelamente, encuestas impulsadas por organismos como la Comisión Europea y el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) reportan que más del 50 % de los viajeros europeos planea modificar su comportamiento vacacional por motivos climáticos, optando por viajes fuera de temporada o hacia países con temperaturas más moderadas.

Turismo climático inverso y desigualdad
En línea con lo anterior, diversas instituciones han comenzado a estudiar lo que se conoce como “turismo climático inverso”, un fenómeno emergente donde los viajeros prefieren climas fríos durante los meses de verano, reconfigurando la lógica estacional tradicional.
Países como Islandia, Noruega, Canadá y Nueva Zelanda están reportando un repunte en llegadas internacionales en julio y agosto, lo que ha provocado una redistribución inesperada de la demanda turística.
Por otro lado, expertos en sostenibilidad turística advierten que este fenómeno puede profundizar las desigualdades de acceso al turismo, ya que las soluciones “climáticamente seguras” como resorts con entornos controlados o viajes fuera de temporada solo estarán disponibles para ciertos sectores con mayor poder adquisitivo.

Riesgos para el modelo turístico global
Un reporte de Climate Analytics, publicado este verano, advierte que si la temperatura media global supera de forma sostenida el umbral de 1.5 °C, más del 60 % de los destinos costeros del planeta perderán su viabilidad para el turismo masivo durante la temporada alta.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM), por su parte, estima con un 86 % de probabilidad que entre 2025 y 2029 se superen estos niveles térmicos, lo que incrementaría la frecuencia de olas de calor, tormentas intensas, incendios forestales y eventos sanitarios asociados a la crisis climática.
Frente a este escenario, gobiernos como los de Francia, España, México y Tailandia ya están diseñando protocolos de adaptación para el sector turístico, que incluyen: diversificación de temporadas, desarrollo de infraestructura resiliente, capacitación climática al personal turístico y monitoreo ambiental en tiempo real.
El verano 2025 podría ser recordado como un punto de inflexión en la forma de viajar. Más allá de playas y sol, el clima se perfila como el nuevo condicionante del turismo global. Y en un mundo cada vez más cálido, saber a dónde viajar ya no es solo cuestión de preferencia, sino de posibilidad.

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