Cancún, Quintana Roo, (redacción).- A través de sus servicios en Unidades de Medicina Familiar (UMF), el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) detecta y atiende de manera oportuna los trastornos de interacción cerebro-intestino, antes conocidos como trastornos funcionales digestivos, que son enfermedades por reflujo.
La doctora Azucena Casanova Lara, gastroenteróloga endoscopista del Hospital General Regional (HGR) No. 17 en la Oficina de Representación Quintana Roo, señaló que las enfermedades por trastornos de interacción cerebro-intestino, como reflujo, dispepsia funcional, estreñimiento crónico, pirosis funcional y el síndrome de intestino irritado, se originan por esta interacción alterada.
Explicó la pirosis funcional se muestra en pacientes que tienen sensación de regurgitación o acidez sin ningún hallazgo de enfermedad por reflujo, para lo cual hay un protocolo de estudio.
La especialista mencionó que está comprobado que el sistema nervioso interactúa con el sistema digestivo y se conecta de acuerdo a liberación de hormonas y células, de marcadores inflamatorios y la regulación de la microbiota intestinal o de la sensibilidad visceral del sistema nervioso central.
Esta interacción genera un mecanismo funcional digestivo, sin embargo, cuando se altera es cuando se presentan las molestias, que en el caso de intestino irritable es el dolor intestinal, que puede prolongarse por mucho tiempo si no es atendido.
Estas molestias podrían venir acompañadas de cambio en la frecuencia de las evacuaciones y en su aspecto, o es posible sentir alivio al momento de evacuar y una disminución del dolor abdominal, apuntó Casanova Lara.
La especialista puntualizó que en esta interacción de intestino y cerebro influye el aspecto emocional, por lo que al haber estrés se altera el lado cognitivo y conductual de los pacientes, y en la microbiota intestinal se percibe la alteración.
Es por ello que el tratamiento va dirigido a la disminución del estrés y mejorar el estilo de vida, con la incorporación de ejercicio en todos los pacientes con intestino irritable.
La doctora Casanova Lara señaló que ejercicio físico de 20 a 30 minutos al día con una frecuencia de tres a cinco veces a la semana ayuda a mejorar estas alteraciones derivadas de la interacción intestino-cerebro.
De igual forma, la eliminación de alimentos ricos en lactosa e incrementar el consumo de fibra, en la dieta, entre otros.
Explicó que es común que los pacientes se acostumbren a vivir con una enfermedad por no saber identificarla.
Los síntomas de alarma que deben llevar a buscar atención médica son: sensación de que se atora la comida en el pecho, náuseas continuas, vómitos continuos, vómito con sangre, evacuación con moco o con sangre, pérdida de peso o diarrea crónica.