Cientos de personas hacen fila para presentar sus respetos, algunas con carpas para las muchas horas de espera para poder despedirse de la Reina Isabel II.
Con lágrimas en los ojos, Brading, que trabaja en marketing, recordaba cómo la reina la había saludado con la mano cuando era niña.
El martes, su ataúd pasó en un abrir y cerrar de ojos hacia el Palacio de Buckingham, la residencia oficial de la reina.
El ataúd fue trasladado este miércoles en un carruaje tirado por caballos hasta el Parlamento, donde se habilitará una capilla ardiente durante cuatro días antes del funeral del lunes en la Abadía de Westminster.
Varios miles habían acudido ya al parque junto al palacio para dejar sus condolencias en forma de flores y notas escritas para la reina.
Steven Bazell, de oficio contador y quien cumplió 43 años el mismo día en el que el ataúd de la reina tenía previsto llegar a Londres.
En lugar de celebrar, llevó a sus cuatro hijos a esperar en el Mall, una amplia avenida ceremonial que lleva hasta el palacio.
Bobby Cunsden, de 31 años, sostenía un gran ramo de flores y esperó durante horas para despedirse de la monarca.
Marie Ward, de 62 años, llegó de Australia para visitar a sus nietos residentes en Gran Bretaña, pero se quedó para llorar a la reina.


Muchos de los asistentes dijeron sentir una extraña familiaridad con la familia real, y conocían hasta los mínimos detalles de sus vidas.
Algunos asistentes especulaban sobre si se había producido una reconciliación de hermanos entre los príncipes Guillermo y Enrique.
Otros aceptaban a regañadientes que la esposa del Rey Carlos III, Camila, ahora reina consorte, había logrado ganarse a la opinión pública tras la muerte de la amada princesa Diana.
La expectación era alta antes de que el ataúd de la reina llegara al palacio tras un largo viaje desde Balmoral, en Escocia.
Las personas que aguardaban exclamaron “¡Dios salve a la Reina!” y aplaudieron.
Steve Watson, agente de policía, expresó:
Caramba”, fue todo lo que pudo decir en un principio. “Eso fue impresionante. Era una señora impresionante.
Fuente: Latinus
Imagen: El País/La Nación/El Debate