El Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha iniciado con dos estudios en personas que consumen el aceite de orujo de oliva, es decir, el resultado del aprovechamiento integral de la aceituna.
Entre los beneficios de su ingesta están la reducción de los niveles de colesterol, la grasa visceral, contorno de la cintura y los niveles de insulina, relacionados con la salud cardiovascular y con patologías asociadas, como la diabetes y la obesidad.
Las investigaciones han comparado el efecto del consumo del aceite de orujo de oliva con el de girasol alto oleico, muy empleado en restauración, resultando que el producto del olivar presenta ventajas que no tienen los elaborados con las semillas.
El 20% de la aceituna se aprovecha para obtener el aceite de oliva en sus tres categorías (oliva virgen extra, oliva virgen y oliva) y el 80% restante es alpeorujo u orujo graso húmedo, compuesto por agua, piel, hueso y el aceite restante tras la primera trituración de la aceituna.
El aceite de orujo de oliva es el resultado de la extracción de dicho aceite restante, su refinado y su mezcla con virgen.
En definitiva, el aceite de orujo de oliva viene de la aceituna y, por lo tanto, es normal que la composición sea parecida. La calidad de la grasa es idéntica, moninsaturada. Algunos de los componentes minoritarios son distintos porque el aceite de orujo de oliva ha estado en contacto con la piel, el hueso y la pulpa restante
Raquel Mateos Briz, científica titular del ICTAN, coautora de los estudios y miembro del grupo de investigación Metabolismo y Bioactividad de Fitoquímicos.
España es el principal productor mundial con 120 mil toneladas del aceite de orujo de oliva de las que se exporta el 85%.
Los estudios de dicho producto no se habían concentrado en las personas y sino en su potencial nutricional tras experimentos con animales, sus propiedades químicas y físicas, y su comportamiento en la fritura.
Mateos Briz indica que la característica que tienen estos estudios es que durante un tiempo [cuatro semanas] el aceite de orujo de oliva fue la única fuente grasa que consumieron los voluntarios. Se habían hecho algunos ensayos midiendo lo que ocurre en la sangre a las horas de una ingesta aguda. Pero era un momento concreto.
European Journal of Nutrition en su primer estudio indica que el aceite de orujo de oliva puede mejorar el perfil de los lípidos en sangre.
Dicho trabajo estudia el efecto del consumo dietético de aceite de orujo de oliva sobre los lípidos sanguíneos y en otros factores secundarios de riesgo de enfermedad cardiovascular, como la presión arterial, la inflamación y la función del endotelio (la capa que separa los tejidos de la sangre).
El resultado es una reducción significativa del colesterol conocido como “malo” (lipoproteínas de baja intensidad, LDL) y de apoliproteínas B (proteínas que se unen a los lípidos en la sangre y los transporta).
Dicho análisis se realizó en voluntarios sanos como en los de riesgo de presentar anomalías relacionadas con altos niveles de colesterol. Sin embargo, no fue el mismo resultado con el consumo de aceite de girasol alto oleico. El resto de los biomarcadores secundarios estudiados no se vieron afectados en ninguno de los casos.
En el segundo de los estudios realizado por Nutrients en 31 voluntarios con niveles normales de colesterol y 37 con hipercolesterolemia comparaba el aceite de orujo de oliva con el de girasol resultando que el consumo de ninguno de los productos tuvo efectos estadísticamente significativos sobre los marcadores relacionados con el perfil lipídico.
Sin embargo, sí se observó una disminución de la grasa visceral y, en los participantes con colesterol alto, un incremento de la leptina, una hormona que promueve la reducción de la ingesta energética mediante señales de saciedad en el cerebro.
La discrepancia entre un estudio y otro [en relación con el perfil lipídico] se debe a que se trata de estudios en humanos. Los animales de experimentación tienen un perfil genético muy parecido y en ellos es más fácil controlar y sistematizar. En el caso de los humanos no es así y tampoco tenemos unos hábitos de vida, de actividad física o dietéticos iguales.
Laura Bravo Clemente, profesora de investigación del CSIC en el ICTAN y coautora de los trabajos.
El tercer estudió es de Foods que se derivó de la integración de los resultados obtenidos en los dos ensayos clínicos anteriores, confirmó la reducción del colesterol total, del LDL (el “malo”) y de un factor secundario significativo: la circunferencia de la cintura.
Los voluntarios con niveles de colesterol normales (65) y moderadamente altos (67) consumieron aceite de orujo de oliva o de girasol alto oleico y normal. Los que consumieron el producto del olivar obtuvieron los beneficios principales.
Mateos Briz indicó que la disminución del perímetro de la cintura tampoco nos sorprendió porque está asociado con el propio aceite de oliva y la calidad de su grasa monoinsaturada, con alto contenido en ácido oleico, que contribuye a una menor grasa abdominal. También hay que tener en cuenta la serie de componentes minoritarios del aceite de orujo de oliva que refuerzan distintos mecanismos.
Bravo Clemente expresó que los grupos de participantes se eligieron porque son personas cuyos niveles de colesterol son normales, representando a los consumidores sanos, o moderadamente altos, una circunstancia, esta última, que se puede corregir con dieta. Se excluyeron a personas con niveles altos de colesterol y que necesitan un tratamiento farmacológico para su regulación.
El consumo del aceite de orujo de oliva también ha demostrado tener beneficios contra la diabetes mellitus tipo 2. El uso de la grasa del olivo disminuye los niveles de insulina, beneficia el índice de resistencia de la misma y aumentan la sensibilidad tisular, la respuesta de las células a la hormona y a la glucosa.
Para lograr beneficios, la cantidad de ingesta al día es de 45 gramos, unas cuatro cucharadas que deben suponer el 20% de la energía que aporta la alimentación.
Según las investigaciones no se trata de anteponer cuál es mejor para el consumo, sino de complementarlos.
Por lo que, el aceite de oliva virgen extra sería más adecuado consumirlo crudo y en alimentos que precisen un sabor más intenso, mientras que el de orujo de oliva sería conveniente para procesos culinarios donde se requiera un gusto más suave. También se puede usar para repostería, como sustituto de la mantequilla, en guisos o en frituras.
La investigadora indicó que se estudia utilizar aceite de orujo de oliva en cuanto a la producción industrial de dulces, donde el aceite de palma es muy utilizado, el cual aporta grasas muy saturadas negativas desde el punto de vista nutricional.
Javier Sánchez Perona, científico de Alimentación y Salud en el Instituto de la Grasa (CSIC), quien desarrolló otro estudio señaló que el ácido oleanólico, α-tocoferol y β-sitosterol, compuestos bioactivos del aceite de orujo de oliva, previenen la sobreactivación de la microglía, un conjunto de células del sistema nervioso central cuya función es reducir la inflamación neuronal, relacionada con el alzhéimer.
Oriva ha promovido dichas investigaciones para favorecer el conocimiento y los estudios científicos sobre este producto.
Fuente: El País
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