Ángel Macías: El lanzador que puso a México en el mapa del béisbol mundial
México se despide de una de sus figuras más emblemáticas en la historia del béisbol infantil y profesional. Ángel Macías, el legendario lanzador que marcó un antes y un después en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, falleció a los 81 años.

Su nombre está grabado con letras de oro en el deporte, no solo por su hazaña en Williamsport en 1957, sino por una vida dedicada al béisbol y su posterior influencia en el desarrollo de este deporte en el país.
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El Juego perfecto que conmocionó al mundo
El 23 de agosto de 1957, Ángel Macías, a sus 12 años y 11 meses de edad, hizo historia al lanzar el único juego perfecto en una final de la Serie Mundial de Ligas Pequeñas en Williamsport, Pensilvania.
Macías, lanzando con su brazo derecho (aunque era ambidiestro), dominó a los 18 bateadores del equipo de La Mesa, California, representante de la región Oeste de Estados Unidos, logrando 11 ponches y asegurando una victoria de 4-0 para la Liga Industrial de Monterrey.

Esta hazaña no solo le dio a México su primer campeonato en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, sino que también fue la primera vez que un equipo no estadounidense se coronaba campeón. La victoria de la “Pequeña Liga Industrial de Monterrey”, conocida cariñosamente como los “Niños Campeones” o “Los Pequeños Gigantes”, capturó la imaginación del mundo y se convirtió en un símbolo de perseverancia y orgullo nacional.
Su historia fue tan inspiradora que fue llevada al cine en la película de 1960 “Los Pequeños Gigantes” y, más tarde, en la producción de Hollywood de 2010 “El Juego Perfecto”, consolidando a Macías y a su equipo como íconos culturales. Los niños incluso fueron recibidos por el presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, un testimonio del impacto de su logro.
Una carrera profesional en el Béisbol Mexicano
Ángel Macías Barba, nacido el 2 de septiembre de 1944 en Aguascalientes, pero adoptado por Monterrey, continuó su camino en el béisbol profesional. Aunque su momento de mayor gloria fue en la infancia, su carrera adulta fue sólida y respetada.
Debutó profesionalmente en 1962, a los 18 años, con los Tuneros de San Luis en la Liga del Centro. En 1962 y 1963, tuvo un breve paso por las Ligas Menores en Estados Unidos con una sucursal Clase A de Los Ángeles Angels.

En la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), Macías jugó por 11 temporadas. Se desempeñó principalmente como jardinero, mostrando versatilidad más allá de su famosa habilidad como lanzador infantil.
Defendió las franelas de los Broncos de Reynosa, con quienes fue campeón en 1969, y los Sultanes de Monterrey. A lo largo de su carrera en la LMB, registró un promedio de bateo de .273, con 1,167 imparables, 84 jonrones, 522 carreras impulsadas y 131 bases robadas en 1,323 juegos, según datos de la Liga Mexicana de Béisbol.
En la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), jugó con equipos de gran tradición como los Tomateros de Culiacán y los Naranjeros de Hermosillo. Con Naranjeros, hizo historia nuevamente al ser parte del primer equipo mexicano en participar en la Serie del Caribe, en 1971 en San Juan, Puerto Rico.

Legado más allá del diamante
Después de su carrera como jugador, Ángel Macías se mantuvo ligado al béisbol. Fue un asiduo asistente a los juegos de los Sultanes de Monterrey y, según José Maiz García, presidente honorario de los Sultanes y compañero de Macías en los “Niños Campeones”, Ángel Macías fue un “principal impulsor de las Ligas Pequeñas” en México. Su legado no solo se mide en estadísticas o hitos, sino en la inspiración que brindó a generaciones de jóvenes beisbolistas.
En sus últimos años, Ángel Macías residió en Monterrey y enfrentó la enfermedad de Alzheimer. Su fallecimiento ha generado una oleada de homenajes y muestras de respeto de la comunidad beisbolera en México y Estados Unidos, donde su hazaña sigue siendo una parte fundamental de la historia del béisbol infantil. Macías se casó con Josefina Martínez y le sobreviven sus hijas Josefina, Diana Laura y Patricia.
Ángel Macías fue, sin duda, una figura importante en el béisbol mexicano y mundial, trascendiendo su histórica actuación para convertirse en un símbolo de dedicación y el poder de los sueños en el deporte.







