La violencia está acabando con la gallina de los huevos de oro. En Quintana Roo, como en gran parte de México, la delincuencia organizada y el narcomenudeo cada vez son más visibles y atizan con mayor violencia.
El turismo del cual vivimos llama como miel a todos estos males, por diversos puntos. La población que es migrante interno, es decir, viene de distintas ciudades del país, así como migrantes de diversos países, poblaciones flotantes y estables, hacen difícil entrañar origen y una nueva manera de afianzar valores. Además, la gran mayoría viene a ganar dólares y poco se preocupan (los flotantes) de lo que pasa en su entorno en lo político, en seguridad o en echar raíces. Esto, porque que ven a las ciudades a las que llegan como mero medio para hacer dinero, más no como destino de vida.
Si a eso le sumamos, la desigualdad, la corrupción y el dejar hacer dejar pasar, complica aún más tener resultados positivos en términos de combatir la delincuencia organizada desde un tejido social débil y quebrantado.
Lo sucedido el lunes en Cancún, da muestras de lo que se trata de hacer cuando con bombo y platillo días antes se comentó se “blindaría” con más de cinco mil elementos de seguridad la temporada vacacional de semana santa. Vemos a una sociedad que dice: “ahora ya se hace visible en la zona hotelera lo que a diario pasa en la ciudad”. A otra, a la que le preocupa el daño en la imagen del destino, y a la que lo ve tan “normal” que ya ni dice nada… Lo preocupante es ver a la autoridad decir que se trata de “un contexto de narcomenudeo” ósea, no se preocupen, es entre ellos. Pero manda un poderoso mensaje “aquí hay, aquí encuentran”. Así le pasó a Acapulco, así se mata a la gallina de los huevos de oro.