Tranquila y potencialmente peligrosa, la “joven” y casi desconocida enfermedad que puede provocar muerte prematura, fue identificada hace menos de 40 años. Esta enfermedad es capaz de causar abortos espontáneos frecuentes o desencadenar ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.
El síndrome de anticuerpos antifosfolípidos (por lo general llamado síndrome antifosfolipídico o APS) es una enfermedad autoinmune que se presenta principalmente en mujeres jóvenes. La gente que padece esta afección puede ser sana o sufrir alguna enfermedad subyacente, la mas frecuente de las cuales es el lupus.
De acuerdo al American College of Rheumatology, el APS afecta cinco veces más a las mujeres que a los hombres. Lo más común es que, este padecimiento sea diagnosticado entre los 30 y 40 años de edad.
Como la mayoría de las enfermedades autoinmunitarias, el APS tiene un componente genético, aunque no se transmite directamente de padres a hijos.
¿Qué causa el Síndrome Antifosfolipídico?
No se comprende completamente por qué hay pacientes que desarrollan autoanticuerpos antifosfolipídicos (aPL). Es probable que la producción de estos autoanticuerpos se active por medio de un factor ambiental, como una infección en una persona con antecedentes genéticos que la hagan más propensa a contraer la enfermedad.
Los aPL pueden estar presentes en el torrente sanguíneo durante mucho tiempo, pero los episodios trombóticos solo darse ocasionalmente.
Los aPL aumentan el riesgo de formación de coágulos sanguíneos, pero la trombosis solo se produce cuando están presentes otras condiciones que favorecen la coagulación, como la inactividad prolongada (por ejemplo, tener que estar en cama), intervenciones quirúrgicas o embarazos.
Otros factores de riesgo para la trombosis son la hipertensión, la obesidad, fumar, la ateroesclerosis (endurecimiento de las arterias), el uso de estrógenos (píldoras anticonceptivas) y alguna enfermedad autoinmunitaria sistémica asociada (principalmente lupus o enfermedades similares).
¿Cómo se diagnostica el Síndrome Antifosfolipídico?
Este síndrome se diagnostica mediante análisis de sangre de pacientes con coágulos sanguíneos o abortos espontáneos recurrentes; en los análisis se busca la presencia de autoanticuerpos antifosfolipídicos (aPL).
La detección se realiza por medio de dos clases de pruebas. Las pruebas pueden variar debido a las diferencias de aPL entre un paciente y otro. Por lo menos una de estas pruebas debe dar positivo y confirmarse en dos ocasiones con una separación de no menos de tres meses.
Hay gente sana que tiene estas proteínas coagulantes en la sangre y que nunca padece un coágulo en su vida.
Vivir con Síndrome Antifosfolipídico
La necesidad de seguir un tratamiento a largo plazo con un anticoagulante oral afecta considerablemente la vida de los pacientes y crea la necesidad de controlar de manera periódica el efecto anticoagulación y prestar especial atención a la alimentación y las situaciones de riesgo de hemorragia (por ejemplo, caídas).
La posibilidad de usar los nuevos anticoagulantes orales que no necesitan de control periódico se está evaluando mediante ensayos clínicos.
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