Por qué el nuevo Papa eligió llamarse León. Y cómo ese nombre, mil quinientos años después, sigue rugiendo con fuerza espiritual en la historia del mundo.
Por Ivonne Reyes
El mundo contuvo el aliento el día de ayer cuando se abrieron las cortinas del balcón central de la Basílica de San Pedro. El humo blanco ya había anunciado lo que estaba por venir. Pero nadie imaginó que el nuevo Papa —el primer estadounidense en la historia— diría, con voz firme y serena:
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La historia fascinante detrás del nombre y una tradición que pocos conocen
No es un nombre cualquiera. No es una elección casual. “León” es uno de los nombres más antiguos y poderosos en la historia de los papas, cargado de fuerza espiritual, valentía moral y resonancia histórica. Para entender lo que sucedió en Roma, hay que viajar siglos atrás. A los orígenes. A los momentos en que los nombres no eran títulos, sino destinos.
En la tradición cristiana, los cambios de nombre no son decoración. Son transformación. Jesús no construyó su Iglesia sobre Simón, sino sobre el nombre nuevo que le dio: Pedro, que significa “roca” una roca inamovible hasta la segunda venida de Jesús. Le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” Mateo 16:18. A partir de ese momento, el acto de cambiar el nombre se convirtió en un gesto profundamente espiritual: una señal de misión, de identidad renovada, de llamado divino.
Un nombre como brújula
Los nombres papales no son etiquetas, son declaraciones de principios. Juan Pablo I, por ejemplo, unió dos nombres para homenajear a sus predecesores. Benedicto XVI eligió un nombre que evocara paz y firmeza doctrinal. Francisco eligió su nombre para recordar al santo de Asís, patrón de los pobres y de la paz.
Ahora, con León XIV, se abre un nuevo capítulo. Un nombre que suena antiguo, pero que podría ser clave para comprender el futuro que viene para la Iglesia.

¿Y por qué “León”? El legado de 13 papas poderosos
Con el nombre de León XIV, el nuevo papa entra a una estirpe con peso propio en la historia de la Iglesia. Ha habido 13 papas con ese nombre, varios de ellos figuras monumentales:
🔹 San León Magno (León I) – Papa del 440 al 461
Fue en el siglo V cuando apareció el primer Papa con ese nombre: León I, el Magno. En una época en la que el Imperio romano se desmoronaba, y los pueblos bárbaros amenazaban con arrasar Roma, León hizo lo impensado. Sin ejército, sin espada, salió al encuentro de Atila, el Rey de los Hunos, conocido como “el azote de Dios”. No fue con violencia, sino con palabras. Con fe. Con una presencia tan imponente que Atila se retiró. Roma fue salvada.
Pero León I también fue un titán del pensamiento. En medio de controversias teológicas, defendió la humanidad y divinidad de Cristo en el Concilio de Calcedonia, estableciendo pilares de la fe que aún hoy sostienen a la Iglesia. Fue el primer Papa llamado oficialmente “Doctor de la Iglesia”.
León XIII: el sabio que pensó en los obreros y el mundo moderno
Más de mil años después, otro León dejó huella: León XIII, en el siglo XIX. El mundo había cambiado. La revolución industrial había transformado ciudades y sociedades, pero también había generado pobreza, explotación y desigualdad. Fue León XIII quien escribió una encíclica que cambió el curso de la Iglesia: Rerum Novarum.
Allí, defendió el derecho de los trabajadores, la dignidad del trabajo y la justicia social. Fue un Papa que vio el dolor de los pobres y decidió hablar por ellos. También fue un promotor del diálogo entre fe y razón, entre Iglesia y ciencia. Su pensamiento sigue siendo base de la doctrina social de la Iglesia.
Hoy: León XIV, un nombre que une valentía y compasión
En ese contexto, elegir llamarse León XIV no es una casualidad. Es una afirmación. El nuevo Papa, el cardenal Robert Francis Prevost, ha dejado claro que quiere un pontificado con firmeza doctrinal y cercanía humana. Al tomar ese nombre, se une a un linaje de papas que no temieron a los poderosos, que supieron ser fuertes sin dejar de ser humildes, que pusieron su voz donde otros callaban.
En sus primeras palabras, dijo:
“León fue un nombre que inspiró a la Iglesia en tiempos difíciles. Que defendió la fe con palabras. Que protegió la dignidad humana con ideas. Pido a Dios poder caminar con ese mismo espíritu.”
No es menor que también se dirigiera en español a América Latina, con la dulzura de alguien que conoció sus pueblos y sus heridas. Vivió años en Perú, y allí aprendió el idioma y la realidad de quienes luchan cada día por sobrevivir con fe.
“El Evangelio es alegría para los pobres, consuelo para los que lloran y fuerza para quienes construyen paz”, dijo. Y su mensaje resonó no como protocolo, sino como promesa.
Un día histórico, un rugido del alma
No se ha elegido solo a un nuevo Papa. Se ha invocado una historia. El nombre León evoca al defensor, al sabio, al pastor que no huye. En tiempos de confusión, escándalos y desafíos globales, este nombre resuena como un eco de lo eterno. Como una memoria de que la Iglesia no camina sola, sino con raíces que se hunden en siglos de coraje, palabra y compasión.
Hoy la Iglesia ha rugido otra vez. Y lo ha hecho con un nombre que lo dice todo: León.
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