Mayo ha sido uno de los meses negros para el primer círculo de poder en México y para el partido Morena. Los descalabros jurídicos, escándalos de corrupción, la crisis de seguridad y migratoria han dominado la opinión pública nacional, y tarde o temprano, terminarán por pegar en la credibilidad de la marca.
El Presidente Andrés López Obrador llegó al poder con la consigna de “no ser iguales” a los gobernantes que le antecedieron y de acabar con la corrupción en el país.
Sin embargo, desde inicio de mes, el presidente y Morena perdieron el control de la agenda mediática del país.
El primer descalabró jurídico y mediático vino con la resolución de la Corte que echó abajo una parte de la reforma electoral impulsada por Morena y partidos aliados. La declaración de una mayoría de ministros evidenció el desaseo en el proceso legislativo que imperó en la aprobación del llamado Plan B.
El segundo gol fue generado por la investigación periodística de Latinus, que reportó la red de negocios que amigos cercanos a Andrés López Beltrán- hijo del Presidente – tienen en la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y Banco Nacional de Obras (Banobras).
Por si fuera poco, a inicio de esta semana la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad publicó una investigación que revela la compra de un departamento de lujo que hizo el secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval, a un proveedor de la dependencia. El inmueble fue reportado en su declaración patrimonial con un valor inferior.
La inseguridad por la que atraviesan varias regiones del país, la crisis migratoria generada por la llegada masiva de migrantes en ciudades del norte de México, también constituyen presiones para el gobierno y el partido en el poder.
Acostumbrados a tener la sartén por el mango, a llevar el control de la agenda mediática y política del país, al presidente y Morena les urge cambiar la conversación pública.
No hay gobierno, ni partido que aguante una ráfaga de escándalos constantes. Si bien el presidente López Obrador tiene una popularidad aceptable, no es el caso de su gobierno.
De continuar ventilándose actos o hechos que contravengan los principios del gobierno morenista, la credibilidad del Movimiento y actores estará en duda. Son días negros.