Tragedia en las altas montañas en Yambali
El 26 de mayo, un devastador deslizamiento de tierras sepultó la remota aldea de Yambali, en la región montañosa de Maip Mulitaka, provincia de Enga, Papúa Nueva Guinea.
La catástrofe ha dejado un saldo de más de 670 personas fallecidas, según un funcionario de la ONU.
Ante la magnitud de la tragedia, el Gobierno ha solicitado ayuda internacional para las labores de rescate y asistencia humanitaria.
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Esfuerzos desesperados de rescate
Los restos humanos emergen entre las rocas y el barro que sepultaron Yambali. Lugareños y socorristas trabajan incansablemente, utilizando palos, horquillas e incluso sus propias manos para excavar en el lodazal, en medio del hedor de los cadáveres.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha documentado los esfuerzos de la comunidad y los trabajadores humanitarios que enfrentan condiciones peligrosas mientras buscan desesperadamente a posibles supervivientes.
Impacto y respuesta internacional
El líder de la comunidad local, Steven Kandai, ha mostrado a la prensa la situación crítica en Mulitaka, donde los lugareños continúan excavando con la esperanza de encontrar a sus seres queridos.
Las imágenes difundidas por la OIM reflejan la devastación en la zona y el arduo trabajo de los rescatistas.
La provincia de Enga ha sido una de las más afectadas por este desastre natural. El oficial de las Fuerzas de Defensa de Papúa Nueva Guinea, Michael Band, ha estado en el lugar coordinando los esfuerzos de rescate y ofreciendo apoyo a los habitantes afectados.
Ayuda internacional y provisiones
Ante la gravedad de la situación, el Gobierno de Papúa Nueva Guinea ha solicitado ayuda internacional.
Varias organizaciones humanitarias y países han respondido, enviando equipos de rescate y suministros básicos para los sobrevivientes. Socorristas se reúnen alrededor de las provisiones que serán distribuidas entre los afectados, mientras continúan las labores de rescate.
Historias de supervivencia y solidaridad
En medio de la tragedia, las historias de solidaridad y esperanza emergen. Las personas caminan con sus pertenencias por las zonas afectadas, buscando refugio y asistencia.
Las comunidades vecinas han comenzado a organizarse para apoyar a los damnificados, mostrando una resiliencia admirable frente a la adversidad.
Fuente: Infobae
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