Movilidad urbana en debate: ¿cómo avanzar?
En el marco del IV Foro Iberoamericano de Ciudades, se llevó a cabo la mesa de diálogo “Movilidad Urbana: Experiencias y Soluciones en Movilidad”, en la que participaron expertos como
- Rafael Hernández Kotasek, Director General de IMOVEQROO
- Gonzalo Peón Director Ejecutivo de ITDP México
- Rosaura Cuevas Villar, Asesora Técnica del proyecto MOVERSE, GIZ México
Durante el encuentro, se abordaron distintos enfoques y estrategias orientados a mejorar la movilidad en los entornos urbanos, con énfasis en la necesidad de rediseñar las calles para priorizar el transporte público, las ciclovías y a los peatones.

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Sin embargo, los especialistas coincidieron en que este tipo de transformaciones enfrenta una fuerte resistencia social.
A pesar de que el modelo urbano actual promueve ciudades más accesibles, sostenibles y seguras, aún persiste una marcada dependencia del automóvil y una baja disposición ciudadana a modificar sus hábitos de movilidad cotidiana.

Durante un diálogo sobre el futuro del diseño urbano, se planteó un ejercicio hipotético: ¿qué pasaría si en una calle como la avenida Tulum o la Portillo se redujeran carriles para automóviles y se integraran ciclovías, aceras más amplias y carriles exclusivos para transporte público? La respuesta colectiva fue un silencio revelador. A pesar del interés por una mejor movilidad, incluso quienes trabajan en el tema dudan en aceptar los sacrificios necesarios.
Diseño urbano e infraestructura
La infraestructura adecuada es clave para transformar el entorno urbano. Se requiere un modelo de ciudad que considere desde el inicio la ubicación de hospitales, escuelas y centros comerciales para planear su acceso peatonal, vehicular y de transporte público.
La falta de planificación genera problemas de movilidad y acceso. Por ejemplo, descender frente a una tienda o farmacia en automóvil es una costumbre arraigada. Modificar esto implica no solo cambiar la infraestructura, sino también transformar la mentalidad de los ciudadanos.
Casos como el de la avenida Insurgentes en Ciudad de México, donde se habilitó el primer corredor BRT (Bus Rapid Transit), demuestran que con una correcta implementación los cambios pueden ser aceptados. Aunque inicialmente hubo rechazo, los beneficios percibidos a mediano plazo consolidaron el proyecto. La clave estuvo en una estrategia bien ejecutada, acompañada de medidas emergentes en un contexto oportuno, como durante la pandemia.
Resistencia y aprendizaje social
Una de las principales barreras para la implementación de calles completas es la percepción de pérdida individual. El estacionamiento en la vía pública, por ejemplo, es un tema sensible. Se propuso incluso someter a votación la eliminación de espacios de estacionamiento a cambio de más infraestructura peatonal y ciclovías.
Esto evidencia que, más allá de la planeación técnica, el desafío es cultural y social. Las calles completas requieren voluntad colectiva y una visión compartida de ciudad. Solo así se puede superar el conflicto entre comodidad individual y bienestar colectivo.
Tecnología y datos, herramientas clave
La transformación urbana también requiere información precisa. El diseño de políticas públicas basadas en evidencia es indispensable. Sin datos claros sobre cuántas unidades circulan, en qué horarios, cuántas personas las utilizan y dónde se suben y bajan, es imposible planear con eficiencia.
Actualmente, en muchos estados del país no se cuenta con datos actualizados sobre el sistema de transporte público. Esto impide saber si hay suficientes unidades, si los horarios son adecuados o si los recorridos están bien diseñados. Es como operar un negocio sin saber cuánto se vende ni qué productos hay en inventario.
El uso de tecnología permite generar mapas de oportunidades: saber cuántas escuelas, empleos u hospitales pueden alcanzarse en un tiempo determinado con distintos medios de transporte. Esta información ayuda a visualizar los beneficios de una nueva infraestructura, lo cual es clave para lograr aceptación social.

La importancia de una estructura legal
Más allá de la infraestructura y los datos, el éxito de un sistema de movilidad urbana sostenible depende de un buen diseño institucional. Es necesario que existan reglas claras, responsabilidades definidas y modelos económicos viables para todos los actores involucrados, incluidos los concesionarios de transporte.
Un marco legal sólido otorga certeza a largo plazo, facilita la implementación de políticas y permite construir una ciudad más justa y funcional. Sin este respaldo legal, incluso los mejores proyectos técnicos pueden fracasar por falta de continuidad o de acuerdos entre instituciones.
Hacia una nueva visión de ciudad
En el norte del país, la ausencia de banquetas es uno de los principales problemas urbanos. En el sur, la necesidad urgente es un mejor transporte público. Pero en todo el país, la demanda es la misma: una ciudad más habitable, segura y equitativa.
Lograrlo implica más que obras públicas. Requiere voluntad política, coordinación institucional, participación ciudadana y, sobre todo, un cambio de visión. No se trata solo de mover personas, sino de construir comunidades. Las calles completas no son solo un diseño urbano: son una apuesta por una ciudad para todos.






