Cancún.- La democracia en Quintana Roo se diluye, es únicamente un discurso, puesto que en la realidad los números no engañan, no se puede calificar de democrática una elección en la que casi el 80% del electorado NO acudió a emitir su voto.
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La jornada electoral de este 2 de junio para elegir a los integrantes de la XVI Legislatura dio muestra de la apatía y decepción que priva entre la ciudadanía respecto a los partidos políticos, gobernantes e instituciones.
De acuerdo al Programa de Resultados Electorales Preliminares, este lunes ya se tenían contabilizadas el 100% de actas capturadas de las 2136 casillas que se instalaron en la geografía estatal.
Los datos son reveladores y preocupantes, dan cuenta de que la “supuesta” democracia que existe en Quintana Roo, es en verdad simple ilusión, pues apenas el 22.152% del electorado salió a votar y de ese pequeño porcentaje el 6.4295% anulo su voto.
En números significa que únicamente 263,005 electores de un listado nominal de 1,247,995 ciudadanos salió a sufragar este domingo; de los cuales 16,910 anularon su voto, lo que representa que 246,095 electores eligieron a los nuevos integrantes de la XVI Legislatura.
¿Se puede hablar de una democracia cuando casi el 80% de los ciudadanos no participó en la elección? ¿Se puede calificar como una victoria el haber ganado en algún distrito con esos números tan bajos de participación? Quién está fallando, la ciudadanía o los partidos políticos?, muchas preguntas al aire y una sola deducción, los quintanarroenses, la gente, el ciudadano está harto, enojado, decepcionado de los proceso electorales, de la probidad y ética de los partidos políticos, de la voracidad de algunos por escalar en el poder en el estado.
Qué viene? El futuro nos lo dejara saber, lo que sí es una realidad es que la relación ciudadanía – partidos políticos – gobernantes está al borde del divorcio, punto en el que tal vez se de una verdadera evolución en la política en nuestro Estado y en el país.
Por ahora quienes lograron una curul en el Congreso del Estado, tendrán una doble responsabilidad, cumplirle a quienes sí confiaron en ellos para ostentar el cargo y demostrarle a la mayoría que no lo hizo que aún hay quienes en verdad buscan gobernar por y para el pueblo.
Al final del día, todos estamos fallando y todos pagaremos los platos rotos de la apatía a participar, así como de la oferta política de los partidos.