El telescopio espacial James Webb, una maravilla tecnológica capaz de explorar los confines del universo primitivo, ha revelado un hallazgo extraordinario: la fusión de dos galaxias y sus enormes agujeros negros cuando el universo apenas tenía 740 millones de años.
Este descubrimiento, posible gracias a las cámaras del James Webb desarrollado por la NASA, la ESA y la CSA, representa la detección más lejana y primitiva jamás obtenida de una fusión de agujeros negros. Los detalles de este fascinante hallazgo han sido publicados en la prestigiosa revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.
El enigma de los agujeros negros supermasivos ha intrigado a los científicos durante décadas. La mayoría de las galaxias masivas albergan en su núcleo un agujero negro supermasivo, cuyo origen y evolución aún no se comprenden completamente. El descubrimiento de agujeros negros gigantescos tan temprano en la historia del universo sugiere un crecimiento extremadamente rápido en sus primeros mil millones de años tras el Big Bang.
El sistema conocido como ZS7, donde se ha detectado esta fusión de agujeros negros, ofrece nuevas perspectivas sobre este enigma cósmico. El equipo de astrónomos internacional responsable del descubrimiento ha identificado evidencias de gas denso y movimientos rápidos en las proximidades de los agujeros negros, así como gas caliente e altamente ionizado iluminado por la radiación energética producida durante sus episodios de acreción.
Telescopio espacial James Webb ayuda en la investigación de agujeros negros
Gracias a la precisión sin precedentes del telescopio James Webb, los investigadores pudieron separar espacialmente los dos agujeros negros y determinar que uno de ellos tiene una masa aproximada de 50 millones de veces la del Sol. Este hallazgo sugiere que la fusión de agujeros negros puede ser una vía importante para su crecimiento rápido, incluso en las primeras etapas del universo.
El estudio también destaca la relevancia de futuras observaciones de ondas gravitacionales, que se generarán cuando los dos agujeros negros fusionen. Proyectos como la misión LISA, aprobada recientemente por la ESA, serán fundamentales para detectar estas ondas y expandir nuestro entendimiento sobre la evolución cósmica.
En resumen, este emocionante descubrimiento del telescopio espacial James Webb nos acerca un paso más a comprender los misterios de los agujeros negros y su impacto en la evolución de las galaxias desde los albores del universo.
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