Este año, Argentina celebró cuatro décadas de elecciones democráticas ininterrumpidas, luego de una larga dictadura militar. Desde 1983 el pueblo argentino ha superado crisis políticas, insubordinaciones militares, conflictos sociales y severas crisis económicas. El triunfo de Javier Milei en las elecciones presidenciales abre un nuevo capítulo en la historia de la democracia argentina, porque es la primera vez que la ultraderecha gobierna por elecciones, a pesar de que la salud mental del candidato sigue en entredicho
La victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales representa un desafío inédito en la democracia argentina y, latinoamericana en la que algunos representantes de la derecha se frotaron las manos.
A lo largo de los años, el peronismo se convirtió no solamente en una maquinaria para ganar elecciones, sino en una suerte de cultura política. Según datos publicados en la noche de la jornada electoral, Milei logró 56% de los votos frente al 44% de Massa.
Hoy abundan las biografías sobre quién es Javier Milei, que hace un par de años era prácticamente un desconocido. Apenas en 2021, Milei arrancaba su carrera política al competir como candidato en las elecciones legislativas, haciéndose de un lugar en la Cámara. Economista, influencer, figura de televisión y libertario son algunas de las credenciales del presidente electo de Argentina.
En el triunfo de la libertad avanza, no se puede dejar de resaltar el papel de los medios de comunicación y, los organismos financieros internacionales que obstaculizan todo intento de ejecutar programas de gobiernos progresistas, las redes que, impregnan a los jóvenes con valores como el individualismo, el racismo, el clasismo y demás propios de fascismo y, la “justicia” que, proscribió de por vida a la más importante líder del peronismo, además del intento de su asesinato. Por otro lado, los partidos de derecha se unieron contra el proyecto nacional y popular, como en México en las próximas elecciones del 2024.
En su discurso de victoria, Milei expresó “no hay lugar para la tibieza”, en torno a sus pilares, como la militarización del país, su posición en contra del aborto, desregulación de la venta de armas y un sistema de váuchers para la educación y la salud. Incluso, un mercado de órganos no regulado por el Estado.
Por otro lado, el otro espacio político, el peronismo desde sus inicios, en la década de los 40, inició políticas reparadoras de la justicia social. La misma lógica igualitaria e inédita venía a devolver dignidad, y por ende incluir en el terreno de lo legítimo, a todos aquellos que por diferentes motivos habían sido “desiguales”, “maltratados” y “excluidos” de la vida comunitaria.
Los derechos adquirían así un significado muy diferente a aquel atribuido por el liberalismo clásico, no solo porque implicaban una forma de reparación colectiva, sino porque a su vez suponían un desplazamiento de las fronteras de lo legítimamente concebido como materia de derechos.
En el nuevo contexto discursivo, los derechos venían anudados a la inclusión a la vida socioeconómica de la comunidad nacional.
El peronismo, movimiento social y popular, ha resistido golpes de estado, proscripciones, desapariciones, más de 30.000, represiones brutales, exilios y, aun hoy cuenta con el apoyo de más del 40% de los electores.
Al pueblo argentino le esperan años duros, de hambre y represión, pero también de enseñanza de métodos de lucha y organización. Ojalá que los jóvenes que, en su gran mayoría, están dedicados al uso indiscriminado de la tecnología, vuelvan a leer y analizar, para que entiendan la necesidad de tener gobiernos populares y nacionales.