Altos costos, inseguridad y falta de acceso a las playas provocan una caída histórica del turismo en el Caribe mexicano
Tulum, Quintana Roo.— Pareciera que los días dorados del paraíso llegaron a su fin. Lo que antes fue sinónimo de glamour y exclusividad, hoy se asemeja a un pueblo fantasma: locales vacíos, playas desoladas y vuelos cancelados marcan el declive de uno de los destinos más populares del Caribe mexicano.

Precios excesivos —como latas de agua o refresco a 100 pesos—, deficiencia en movilidad, falta de infraestructura pese al crecimiento inmobiliario y el limitado acceso a las playas, muchas ahora bajo control militar, se han convertido en el nuevo rostro de Tulum.
A la crisis económica se suma la inseguridad. En marzo pasado fue asesinado José Roberto Rodríguez, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del municipio, durante un operativo. Desde entonces, la violencia y la hostilidad contra los turistas se han convertido en un factor disuasivo.
El resultado es devastador: durante el verano de 2025, la ocupación hotelera apenas alcanzó el 30% en la zona hotelera y cayó al 15% en el centro, según datos de empresarios y del portal especializado Reportur.us. El regidor Jorge Alberto Portilla calificó la situación como “muy preocupante y sin precedentes”.

Aunque el gobierno federal intentó reimpulsar la región con proyectos como el Tren Maya, el nuevo Aeropuerto Internacional de Tulum “Felipe Carrillo Puerto” y el Parque del Jaguar —administrado por las Fuerzas Armadas—, las estrategias no han logrado revertir el descenso. De hecho, las operaciones aéreas han disminuido entre 30 y 40%, según el periodista Carlos Loret de Mola.
“Las playas están desoladas”: testimonio desde el corazón de Tulum
En redes sociales, los videos que muestran calles vacías y negocios abandonados se multiplican. Un visitante que recorrió el destino a finales de septiembre relató a La Crónica de Hoy:
“En Tulum ya casi no hay acceso libre a las playas, que ahora controlan los militares. Solo puedes entrar si pagas un tour o consumo, pero los precios son altísimos: hasta 100 pesos por una simple lata de agua.”
El visitante detalló que para llegar a la playa debe pagarse la entrada al área arqueológica —unos 220 pesos para mexicanos y el doble para extranjeros— y después usar carritos de golf para moverse a las distintas zonas. Aunque las playas se anuncian como públicas, en la práctica son de acceso restringido.

A esto se añade el costo del transporte: los taxis cobran hasta 800 pesos por traslados de apenas tres kilómetros, entre las ruinas y el centro.
Tulum, que alguna vez fue el emblema del turismo sostenible y el lujo natural, enfrenta hoy el colapso de su propio modelo. Entre el sargazo, la inseguridad, los abusos de precios y la sobreexplotación inmobiliaria, el paraíso parece desvanecerse, dejando tras de sí un paisaje vacío, caro y cada vez más inaccesible.
Sigue leyendo: Código rojo por reporte de robo a joyería Bizzarro en Las Américas






