“Muéstrame tus prisiones y te diré que sociedad tienes.”
Michael Foucault
El alto porcentaje de reincidencias muestra el fracaso en el cumplimiento de los objetivos del sistema penitenciario y no manifiesta la posición humanista y progresista de este Gobierno, pese a que se trata, en este caso, de atender a los olvidados dentro de los olvidados.
La mayoría de los estudiosos del fenómeno delictivo definen como causas preponderantes de su incremento: la impunidad, la corrupción, la falta de equidad (pobreza, desempleo, falta de expectativas, salarios insuficientes), el consumo de drogas, la violencia familiar y la cultura de la ilegalidad.
La corrupción dentro del sistema penitenciario es conocida por todos, se afirma que estar ahí cuesta más que un hotel de 5 estrellas. Por todo se paga y solo los ricos pueden tener una estancia digna. Orillamos al interno a refugiarse nuevamente en el mundo de la exclusión, único en el que encuentra, paradójicamente, reconocimiento.
En un gobierno que lucha contra la corrupción poco hemos sabido de acciones emprendidas con vistas a la mejoría de su sistema penitenciario. Muchas de las autoridades de este ámbito llevan incontables años en sus cargos. ¿Cómo rehabilitar a los internos si las figuras de autoridad muestran un modelo de comportamiento corrupto?
En nuestras cárceles, la mayoría de los jóvenes, en especial en el caso de los reclusos varones –más de una tercera parte de los internos– se encuentra en calidad de “procesada”; en lo que respecta a las últimas ocupaciones de este sector, 70% están clasificadas como poco calificadas; la mayoría de los internos tienen insuficientes niveles de educación. Nuevamente la marginación.
Nos preguntamos por qué privatizaron el trabajo de los internos en lugar de producir los insumos y servicios que demandan las distintas áreas del Gobierno Federal pagando salarios dignos. Solo a modo de ejemplo: batas, sábanas y toallas, material hospitalario, servicios de lavandería, entre otros de la Secretaría de Salud.
Llama la atención que la población penitenciaria sea excluida de los programas de gobierno, como si ésta no fuera parte de la población del país. Nuevamente la marginación.
Insistimos, La Cuarta Transformación tiene una gran deuda con el conjunto de reclusos de los centros penitenciarios: confiamos que, en lo que falta de esta administración, se cumplirá con este compromiso pendiente.