¡California se queda sin brazos! Redadas destrozan familias
Los Ángeles, California – Las calles de los condados agrícolas de California lucen desoladas esta semana. Lo que antes eran bulliciosos campos de cultivo ahora son testigos mudos de una operación que está dejando profundas cicatrices en la comunidad hispana.
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Las redadas migratorias ordenadas por el gobierno federal han detenido a 330 personas, pero el verdadero costo se mide en familias destrozadas, cosechas perdidas y un miedo que se extiende como sombra sobre los trabajadores esenciales que alimentan a Estados Unidos.
El grito de la tierra abandonada
En el condado de Ventura, conocido como la capital de la fresa en California, los campos muestran señales inequívocas de abandono.
Entre el 25% y 45% de nuestros trabajadores no se presentaron esta semana”, explica con voz quebrada Maureen McGuire, directora de la oficina agrícola local.
Los números son fríos, pero esconden una tragedia humana: cada porcentaje representa decenas de familias escondidas, niños que preguntan por sus padres, y cosechas que se pudren en los campos por falta de manos que las recolecten.
California, que produce el 37% de las verduras y 75% de las frutas y nueces del país, enfrenta su peor crisis laboral en décadas. Las consecuencias ya se sienten en las cadenas de suministro, con retrasos en los envíos a supermercados en todo el país y precios que comienzan a mostrar volatilidad.
Historias detrás de las estadísticas
En un modesto departamento de Oxnard, María G. (nombre cambiado por seguridad) cuenta cómo vio cómo agentes del ICE se llevaban a su vecino.
“Era un muchacho de 20 años, padre de dos niños nacidos aquí. Lo arrestaron cuando salía de trabajar en el campo. Sus hijos preguntan por él y no sabemos qué decirles”. Su relato se interrumpe por el llanto.

Organizaciones comunitarias como el 805 UndocuFund han documentado al menos 43 casos de trabajadores agrícolas detenidos.
“Estamos hablando de personas que han vivido aquí 10, 15, incluso 20 años”, explica Primitiva Hernández, directora de la organización. “Muchos tienen hijos ciudadanos, pagan impuestos, son parte fundamental de esta comunidad”.
La respuesta institucional: entre la ley y la humanidad
El gobierno federal defiende los operativos como aplicación rutinaria de la ley. La subsecretaria de Seguridad Nacional, Tricia McLaughlin, afirmó en un comunicado que continuarán “removiendo inmigrantes que han cometido delitos”. Sin embargo, activistas señalan que la mayoría de los detenidos no tienen antecedentes graves.
En contraste, el gobernador Gavin Newsom ha calificado las acciones como “inhumanas” y ha presentado una demanda para frenar la participación de la Guardia Nacional en las redadas. Mientras tanto, la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, denuncia que estas tácticas “siembran terror en comunidades trabajadoras”.
El costo económico de la incertidumbre
Los productores agrícolas enfrentan pérdidas estimadas en $2.8 millones diarios. Bryan Little, de la Oficina Agrícola de California, advierte: “Si esto continúa, veremos estantes vacíos en los supermercados en cuestión de semanas”. La situación es particularmente grave para cultivos perecederos como fresas y lechugas, que requieren cosecha inmediata.
Un futuro incierto
Mientras el gobierno federal promete “cambios” pero no ofrece detalles, las comunidades hispanas viven en estado de alerta permanente. Iglesias y organizaciones civiles han establecido redes de apoyo y protocolos de emergencia. El consulado mexicano reporta un aumento del 300% en solicitudes de asistencia legal.
Esta crisis, que combina aspectos humanitarios, económicos y sociales, está lejos de resolverse. Lo que queda claro es que California – y por extensión Estados Unidos – no puede funcionar sin el trabajo y la dedicación de la comunidad migrante que hoy vive bajo la sombra del miedo.
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